Viajando a todos los espacios

...excepto al tuyo, porque lo traigo conmigo.

Cierto día de mi vida, hace cerca de 500 días, tomé la decisión más importante de mi vida. Lo adopté como una misión, una meta, algo que sabía que -tal cual lo vivo hoy- me llenaría de mucha satisfacción.


El precio no lo conocía. Parece que tuve que poner de mi bolsa para esta empresa, vivo hoy en números rojos -diría el de finanzas-. Quizá esa percepción sea cierta hoy, posiblemente en algunos mañanas tendré más de lo que tenía, cosa que de momento no importa.

Lo importante es que lo logré...

Luego de prometerme que te ayudaría, me pregunté cómo. Sí, yo quería inventar un artefacto para conectarlo a nosotros y pasarte toda mi felicidad, toda mi alegría, y un poco de mi vida -si es que eso de algo servía-.

Y lamentablemente no la inventé, pero de alguna manera ya había algo ahí que era capaz de hacer eso que yo quería. Sin buscarlo, encontré ese algo.

Ahora, la única pizca de alegría es la que me causa haberlo logrado, que crezcas sin parar y que poseas todas esas energías para salir adelante, para mejorar.

Ahora debo naufragar un rato, no sé cuánto ni adónde iré a dar -como buen náufrago que soy-, mas la esperanza de hallarte nuevamente, y que halles a un yo renovado y listo para ti, me mantiene a flote de un par de maderos que hallé.

Besos.

No, no son dias, ni horas. Tampoco besos ni caricias, porque de ésos ya perdí la cuenta desde el primer amanecer, primero allá y el primero aquí, cuando al fin nuestros mundos se hubieron encontrado ni unirse ni nada parecido.


Y así las sigo contando con alegría, una a una, como típicamente se ilustran a pequeñas e inocentes personas arrancar pétalos de una margarita. Pero el mío es todo un árbol, parece y deseo que sea interminable, que no cortes el tallo para que yo siga escalando hasta el fin de las nubes, hasta llegar o incluso rebasar el cielo (sí, a ti). Claro, como en ese cuento, pero yo no sembré, sembramos... y tengo la total certeza de que allí no hay monstruo alguno, quizá sí gigante, pero me tratará como nadie sabe hacerlo.

Mientras, sigo contándolas, contándolos, contándonos. Quisiera, y a la vez no, perder totalmente la cuenta y la noción de en dónde me quedé. Pero, hasta que eso ocurra, me quedará la alegría de que poco a poco, como se construyen las mejores cosas, seguirán aumentando las cifras y multiplicándose las alegrías.

Interrumpí algo, empecé algo, deje todo igual, o mejoré algo, no lo sé. Quizás llegué tan repentinamente que ni yo me enteré, mas cuando me vi ahí... supe que ése era mi lugar.

Sonrío, aunque me veas serio. Brinca, pese a que no lo ves... posiblemente lo sientas con la palma de tu mano y luego me dejes acariciarte eternamente, como tanto anhelo.

Quedo de ti. Queda a medias esta cuenta. O no a medias, a milésimas, millonésimas, si nos alcanzara la vida.

Hasta pronto, diario, siempre, el fin y más.


Antonio Quintana

Hoy, sentado en la saliente agonía de mi ser. Saliente porque tú me has guiado a lo mejor de mí. Agonía porque es un viaje al que no quería ni quiero partir. Y mi ser... apenas empieza a ser.


Me guías con las estrellas que me has regalado, las negras y pequeñas, las no tan pequeñas. Y ésa que me encanta, que es más la compañera de un planeta, y no una estrella, pero la amo al verla en el cielo, sobre todo de noche y cuando brilla más, también cuando se ve a medias, como anunciando su llegada a lo poco y hermoso de cielo que puedo ver.

Pero son ésas las que contemplo. Me extraviaría con toda facilidad si solamente contara con ellas. Necesito algo más, algo que sepa dónde estoy y que me muestre el mundo.

Ahí están, un par de estrellas que a lo cerca son, mejor dicho, galaxias casi hermanas que describen su interior por completo. Son hermosas, brillan y más cuando llueve dulce, sin importar que esté nublado o si yo cierro mis ojos.

Las amo, son la mitad de todo lo que deseo ver. La otra mitad eres tú y lo feliz de mi nuevo y hermoso hogar. Y todo esto.

Pd: Te dejo las caricias donde siempre, para cuando despiertes o cuando vuelvas, y no esté.


Antonio Quintana

Ciento once según alguna marciana numeración, ¿recuerdas? Cerca de treinta son cien, uno sigue siendo uno. Sí, trescientos treinta y cinco, uno menos treinta. Todos equivalentes, todos son hoy. Lo sabes.



Tienes aroma a la madera de la pequeña casa, a pequeño lago de la que empezamos a hacer, a la comida llamándome desde que entro a la puerta, a nuestro eterno lugar de descanso, a tus besos y abrazos, a tu ausencia que me acompaña cuando debes partir y yo me quedo o llego a la inmensidad del hogar, a los sonidos de tu corazón, a tus pasos al lado de mí, al recuerdo que tengo de ti a diario, a los más de mil amaneceres. Todo será siempre un secreto para los ajenos.

A nubes de azúcar, agua de limón, a yogurt, esa crema que antes era de pera y ahora es de café, pastel de queso con zarzamora. Sabes.

Recuerda: me gustas libre, así te conocí y así te amé, no puedo hacerlo de otro modo.

Pero también debes saber... saber que anhelo repetir tu compañía, y saber a otras tantas cosas más que aún no descubrimos. Saber que te amo, saber a mi ser.


Antonio Quintana

Sí, leyeron bien... Hoy no es el día, ya lo sé, pero ayer estaba ocupado y ciertamente me da igual el día. Lo que me trae hoy a escribir esta entrada son los remanentes de dicho evento.


La cuestión es que hoy, ya que llego a casa (ya que afuera el sol nos quiere matar por ya no rendirle culto), me decido a ver TV, cosa que nunca hago, y pensé: "Ah, ya van a dar las 3, creo que en el canal 40 pasaban un buen programa de debate, cosa seria en vez de un nido de viejas chismosas balbuceando con sus respectivos bufones. Encendamos la tele...".

Pero de pronto...

¡Sorpresa! ¿Dónde está Andrés Roemer cuando se le necesita en TV? Haciendo algo más importante, lo sé. En su lugar sale una fulana que deja mucho que desear del programa, ésta presenta a una diputada que tiene facha de psicóloga cuarentona. No se ofendan, psicólogas, pero no habría adivinado que es diputada si no lo hubieran dicho antes; tampoco se ofendan las cuarentonas, pero de eso hablamos luego.

No es eso lo peor, sino que el tema era... Sí: "El día internacional de la mujer".

A ver, hermosas mujeres, explíquenme ¿qué se supone que ustedes festejan este día? ¿Que son mujeres?, ¿que pueden tener hijos?, ¿que son bellas como la mismísima Venus?, ¿que pueden hacer mil y una cosas a la vez sin desconcentrarse -he visto a mujeres no poder hacer eso-? No, en serio, díganme.

Aclaro: las mujeres me parecen maravillosos seres, nos quieren y blah blah... Pero ¿un día para ellas? ¿No creen que eso es... no-equidad de género? Huy, el gran némesis del 8 de marso; pero no sé que pase por su cabeza si creen que son los únicos seres que sufren, ¿o lo son?

Les platico lo que sucede en mi amada "ciudá de la ejperanza". En el metro (subterráneo, metropolitano, o como lo conozcan), hay horarios y espacios reservados para mujeres, porque de verdad que luego hay cada sujeto que se quiere pasar de listo debido a la inmensa proximidad que hay entre usuarios a ciertas horas. Va, me encanta la idea, sabemos muy bien que muchas mujeres no se pueden defender en situaciones así, yo firmo donde quieran para que tomen medidas como ésa más seguido y en más lugares. Ahora va el otro filo de esta medida, porque hay mujeres que se dedican a extorsionar a hombres para que ellas no los acusen con la policía de supuesto "toqueteo", o como sea que le puedan llamar. El pobre hombre en cuestión (no se lo deseo a ninguno) no puede hacer nada, ¡está indefenso!, por tanto debe "mocharse" con la hábil mujer aprovechada e irse con toda su frustración entre las cejas.

¿Increíble, no? Bueno, y ni qué decir de todas esas cosas en las que dan preferencia a las mujeres. ¿No que mucha equidad, igualdad, y todo eso que se murmura a gritos en cuanto medio existe? Yo no sé en qué esté pensando la gente cuando habla de cosas como "los derechos de las mujeres". ¡Patrañas!

No estoy pidiendo un día para los hombres, tampoco que nos den taxis rosas o azules. A mí nada más me encantaría que ya se quitaran todo ese rollo de la mente, que vivan como todo mortal masculino (y femenino) y se sigan superando, porque lo merecen y pueden.

A mi sincero parecer, festejar algo así es obscenamente arcaico y además, de ese modo, lo único que lograrán será frenar todos sus futuros logros. Sé lo que les digo.

Me despido... espero no lean esto, les dará pereza y no aceptaré reclamos al respecto.


- Antonio Quintana

Sí, sí, hola.


Hace algunas horas me reía muchísimo de un pobre tipo. Ay, todavía me hace reír el desgraciado y ni siquiera en mi mugrosa vida lo he visto; seré claro en eso, no soy tan malo para exhibirlo tan en público (jeje, me río de tan solo acordarme). Bueno, total que al pobre chico no le fue mal; vamos, se trató solamente de unas cuantas burlas y nada grave, seguro ni sabe. Pero ¿qué de aquellos haitianos a quienes les cayó el chahuistle hace unas semanas? o ¿qué me dicen de Cabañas?, de lo segundo no sé si creerles eso de que no recuerda nada, y todo porque además también me molesta mucho que pongan TODA la atención en casi una sola cosa. Me hartan. Lo único que le saqué bueno a ambos sucesos es el buenísimo chiste que todavía me hace reír: ¿En qué se parecen el América y Haití? -Risas-.

Además recordando el insufrible bombardeo para que donemos desde un mensaje hasta casi un riñón y las córneas, bombardeo además paralelo al que ya existía. ¡Puf, vaya que soy afortunado! Y es que agradezco que no me guste ver TV y que la radio que frecuentan mis oídos no están tan violada por toda esa basura ridículamente homogeneizada que luego llaman "medios de información"). Ah, claro, que me quedé en el bombardeo. "Puej jí", seguramente habría donado mis peluches para las niñas haitianas o algo así, pero la televisión nunca logrará extender sus tentáculos hacía mi enmarañado cerebro. Doblemente afortunado que soy, ¡sí!.

Pero, repito, ¡pero no! ¿Creen que cuando vivía en Chiapas hace cinco años, y "nos inundamos todos", alguien me mandó siquiera una escueta lata de atún? ¡Claro que no! La mera verdad no me quejo, no la necesitaba. ¿Saben por qué? ¡Sí! Porque a mí no me pasó nada de nada; yo seguía yendo a la escuela aunque luego se hacía el relajo porque había que dar un poco de vuelta, cosa de niños para quien viva en una ciudad (como la de la esperanza) donde suceden cosas así día a día. Esos días veía a mi papá aplatanarse viendo el noticiero y alcancé a ver las imágenes que casi me hace sentir como nadando entre aguas residuales y basura flotando (porque eso parecía, o dicen que es, el río Sabinal). Dije: ¿eso dónde es? No, que aquí. ¡Ah, caramba!, pero ¿por qué nadie me dijo que estoy en desastre y que a mi casa, junto a la de todos mis tuxtlecos vecinos, está a un metro bajo el agua? La respuesta era muy sencilla... Ajá, un décimo de la ciudad esta así.

Ya, dejaré de hacerme la víctima, no me pasó nada (ni nadé). Total, pa' qué me quejo si ni me pasó a mí.

Chole, pues. Ahora les pregunto si alguien nos echó una manita cuando nos llovió con la influenza porcina. Nuevamente ¡no! Y no nada más eso, ¡nos dieron la espalda en casi la totalidad del mundo! Entonces nos teníamos a nosotros mismos y ¡ay de quien saliera sin cubrebocas! Los que no lo hacíamos éramos mirados como portadores de una cosa semejante a la peste bubónica en las calles de la tan hermosa Inglaterra victoriana (para entonces eso ya era cuento chino, pero quedó en la memoria por mucho). Me sentí cucaracha y ahora ya no las mato y ni me atrevo a mirarlas feo.

Iba a terminar de exponer el resto de mi aversión por el caso Haití (lo de Cabañas ya ni cabe aquí), pero se los dejo a la imaginación con todos los argumentos que acabo de poner.

Pensaba en dejar de escribir entradas de este tipo, siento que es medio deprimente empezarme a sentir viejito cascarrabias que está a favor de nada. Pero, !vamos¡, es la primera vez, de cualquier manera no creo hacerlo seguido, me da flojera y el único objetivo era la distensión. Espero no haber herido susceptibilidades; si así fue, mi menos franca y honesta disculpa.

Ya me dio flojera seguirle... Adiós.


- Anton.immo

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Cd. de México, D.F., Mexico
De lo general a lo particularmente general... Soy una persona usualmente antipodal en sentimientos, pensamientos, acciones, gustos, y muchas otras cosas de quizá menos intensidad y no por ello no tan importantes. Detalles sin concluir en: http://habitantedelamasdestellanteoscuridad.blogspot.com/2009/03/hello-world.html

Esto es:

un conjunto de pequeñas nadas que hacen el todo =)

Amigos que me leen