Nunca dijeron cómo, ni siquiera si se debía, ahora lo hago yo...
Nunca diré que sea indebido, mas no lo recomiendo. Una vez empezado o terminado, no hay marcha atrás. Y de ese final nadie ha vuelto para contarlo, que sea bien sabido de una vez y sea tomada ésta como la primer y fundamental premisa.
No obstante lo anterior y lo siguiente -no el presente-, ni yo mismo soy quién para impedirlo, mi tarea en el juego no se extrapola más. Que, además, por supuesto estaré a la gustosa espera de ver que suceda, sí. Complejo, también cierto, nadie dijo lo contrario, es ahí donde su belleza radica y la de la fragancia del ente al que intermitentemente pertenece... de ello podría decir, inventar, citar y robar cientos de versos y prosas, pero todos saben dónde están.
Sí, todos dispuestos, ¿y la manera? No hay una única, es como todos aquellos muchos escondites que puede tener un niño más sano que el mundo que habita, es un pequeño travieso vestido de secreto que se deleita de no ser encontrado, y es siempre celado por su retórica madre, lo carga o lo oculta tras su falda, un día blanca, al otro también; una mañana es verbal, la siguiente emocional, alguna posterior será nominal, siempre ella y, solo a veces, siempre su hijo, él sin importar que durante o al final del día cambie totalmente su antifaz.
No hay forma de saber el rumbo a tomar, conforme los pasos son firmes el bosque sigue abriendo sendero. Caminante nunca tendrá el camino, caminante hace del camino su destino, y es él quien dibuja sobre la tierra la línea que en el pasado recorrerá, si es digno de ello, sin desatino.
Hoy es día de al fin volar, el viento revolotea ansioso y mi ser también, no al mismo compás pero sí escritos por el mismo hielo que deshiela al calor de mis venas, escritos sobre una piedra: la última. Nada más sea dicho y... tomado por ambas manos por distintos seres, ¡llevémonos al viento a volar!
- Antonio Quintana
Publicado por
anton_immo
0 comentarios:
Publicar un comentario